Así, al año siguiente, toda una tropa estaba lista para el retorno al pueblo; durante el transcurso de ese año, realizaron actividades diversas para la reunión de fondos que permitieran adquirir los materiales a ser utilizados en esos trabajos concomitantes con la edificación del pórtico. Salieron tres omnibuses llenos de muchachos anhelantes de diversión, trabajo comunal y con inmensas ganas de colaborar en lo que se pudiera.En uno de estos buses, viajan estos jóvenes; un frugal desayuno entre el trayecto de Nazca a Puquio y algunos aprovechan para tomar su mate de coca porque a esta altura, la cabeza parece querer estallar y muchos de ellos viajan por vez primera a ese lugar tan mentado en la casa de sus padres o familiares. Algunos otros acuden prestos para la fotografía de rigor, todos bien abrigados por supuesto, porque aquí, en esta altura y lugar, hasta las llamas usan poncho - los cóndores llevan chalinas ;) .
Una foto para la posteridad: en plena puna, a medio camino entre Puquio y Andamarca, los integrantes de esta tribu dejan sus abrigados y cálidos asientos para posar y dejar constancia de que alguna vez, viajaron a la tierra de sus ancestros.
Los jóvenes junto a las autoridades, buscando el lugar más adecuado donde se construirá el futuro arco o pórtico de bienvenida, las personas mayores de muy buenas ganas colaboran con ellos, porque todo el trabajo recaerá sobre los hombros de los visitantes. Lugares van, lugares vienen, finalmente se eligió un sitio determinado y se puso manos a la obra. Las faenas no fueron un paseo al campo, como toda obra comunal se tuvo que poner todo el empeño, empero, cuando los trabajos se llevan a cabo rodeado por la calidez y gratitud de las mamachas y abuelitos, éstos, resultan ser a la larga un trabajo alegre y entusiasta y, hasta diríamos, una constante y sana rivalidad por ser los mejores; si las autoridades hubiesen pedido una nueva carretera, seguro que estos chicos lo hacían...
Amiga ishuana mostrando el fiero guardián que cuida su hogar. En Ishua, comunidad rukanas, no existía el robo, todo se realizaba de mutuo acuerdo y guardando un profundo respeto por los demás. Son recuerdos imborrables que se quedan grabados en la retina del alma.(Haga click para aumentar vista gráfica)
La tarde despide otro día en Ishua y, si después de un agotador día de trabajo, vienes a esta placita, fácilmente recargas energías al observar estas puestas de sol, al siguiente día uno estará con las pilas bien puestas. Al igual que todos los demás pueblos Rukanas Antamarkas y del valle del Sondondo, aquí los atardeceres sí son de ensueño...
Fotografías: María Elena Ramos H.



























