martes, 22 de enero de 2008

Carnavales en Ishua

Febrero, mes de la juventud, mes de los carnavales...


Un grupo de muchachos cargan un molle recién talado. En Febrero, el cielo presenta un color gris, señal de que llueve, pero no es el color panza de burro limeño sino un cielo limpio donde el aire que se respira se siente sano. Los jóvenes ya avanzaron un considerable trecho, dejando en el camino a más de un magullado; la emoción de participar en el baile de esta tarde hace que muchos de ellos, olviden que en Lima con las justas levantan el brazo para comprar el pan; pero aquí, delante de amigas, primas y familiares, sacan pecho y con la cara azul generada por el enorme esfuerzo desplegado, siguen adelante en la tarea por llevar el árbol a su lugar correspondiente.


Estos jóvenes traen el enorme molle desde 4 km por lo menos, para ello, han tenido que cruzar charcas y transitar por lugares pedregosos. Empezaron a las 9 de la mañana y 4 horas después ya están entrando al pueblo. Con entusiasmo y alegría terminaran su recorrido en la Plaza de Armas, aunque mañana no puedan levantarse de sus camas.

Dicen que traer el molle es lo de menos, el problema viene para colocarlo en su lugar; aquí no existen grúas ni sistemas de poleas que faciliten la tarea de erigir en su lugar el ícono que alegrará la fiesta de estos jóvenes corazones. SOS, llamen a la comunidad, llamen a Superman, llamen a la Mole, a mi abuelito, a quien sea, pero que ayuden porque este molle condenado se resiste a erguirse.

¡Animo muchachos!, esto no se queda así, demostremos que los jóvenes con entusiasmo y con inmensas ganas de festejar, pueden lograr vencer grandes obstáculos - parece expresar la fotografía. Medio pueblo se ha congregado alrededor de este molle y no pueden colocarlo en su lugar. Para que metí en este asunto de cholos, parece decir el amigo Paco Huamaní mientras observa con ironía el lente de la cámara.


Con la ayuda de personas mayores ( los cuales ayudan alegremente a los novatos), de sogas, de troncos, de escaleras, a punta de carajos y más ajos, luchan denodadamente por levantar el bendito árbol. En su entusiasmo por traer el mejor y más frondoso molle, no midieron los riesgos y problemas que conllevan la colocación del mismo. Tal es la batahola generada que hasta las mamachas del pueblo han venido a la plaza para ver el desarrollo de esta novela

Mas tarde, la alegría del carnaval hará olvidar todas las penurias pasadas; los muchachos y otros no tan jóvenes, se disfrazan imitando a las viejitas y bromeando con todo el pueblo. En tiempos de jolgorio, la alegría, las chanzas y la música son compartidas por todos en la comunidad.

Fotos: María Elena Ramos H.

1 comentario:

Beba Newmann dijo...

vaya comentario que me dejaste
no muy alentador
pero es asi el amor
ademas son etapas
y todo pasa
es mas esa misma noche paso
rapidin no mas
ese es el PODER DEL AMOR

Espero te diviertas en tus carnavales ;)

Saludos
:)