La fila de llamas cargadas con mercancía que estos señores conducían admirablemente a través de alturas, quebradas y huaycos era impresionante, mas aún, saber que diariamente recorrían hasta 50 km. desde un lugar hacia otro y que, si las circunstancias así se presentaban, acampaban en las solitarias punas lejos del contacto con otros seres humanos; por lo anterior, nos hacían pensar que estos hombres de alturas no eran personajes comunes.
Sallqaruna ó salljaruna preparando los costales con mercancía que llevará hacia otros pueblos; la mayor parte de las veces, estos comerciantes utilizaban el método de trueque, el criterio para valorar las diversas mercancías permanecen como un misterio entre nosotros, habituados al uso de monedas y calculadoras; por ejemplo: "quk rutuy milwa paqu" por "quk chimpu sara" (una esquila de fibra de alpaca por 15.5 kilos de maíz); no estaría por demás, para enterarnos mejor, leer el siguiente artículo sobre esta cuestión de identidad.
Los moradores de los pueblos de la sierra en general, tienen la costumbre de edificar un pequeño refugio que, llegado el momento, los protege de las lluvias intempestivas así como paliar los efectos de una fuerte granizada o los vientos helados; apenas asoman a lo lejos tales fenómenos, corren inmediatamente a sus cobijos donde esperarán a que pase el temporal.
Yerno ishuano, posando con una moradora del lugar, con las chacras y huertos como mudos testigos de este gesto filial.
La costumbre de tener un pequeño huerto dentro de los hogares es un hábito arraigado en las tierras de este valle ayacuchano; estos pequeños y variados huertos permiten obtener, en pequeñas cantidades, maíz, papas, cebadas para uso propio.
Fotografía dentro de un maizal que poco a poco va tomando cuerpo, alimentado por la fértil tierra y convenientemente soleado por el astro rey pronto estará listo para la cosecha respectiva.
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